martes, 6 de octubre de 2009

Ntra. Sra. de la Consolación y correa.



Consolatio es el origen latino, formado por el prefijo con de compañía y de intensidad, más el verbo solor, solatus sum, solari, que significa ya de por sí consolar, reconfortar, alegrar...

El sustantivo solatium derivado de este verbo, del que obtenemos en español la palabra solaz, nos da el valor más positivo de este nombre: recreo y consuelo del espíritu.




Se cree que el verbo solor procede del adjetivo solus, a, um. Como fuere, el de Consuelo o Consolación es un nombre que hace pensar en solidaridad, en fortaleza para reconfortar a quien lo necesita, en sosiego y solaz para el espíritu. En ahuyentar la tristeza de la soledad.



Nuestra Señora de la Consolación es una advocación de la Virgen que no podía faltar entre las virtudes y los méritos que se atribuyen a la Madre de Dios.



En las letanías es invocada todos los días por la Iglesia como Consolatrix afflictorum (Consuelo de los afligidos), porque entre los papeles que los cristianos le han asignado a la Virgen como Madre universal, está el de consolar a los que gimen y lloran en este valle de lágrimas.



Santa Mónica, la Madre de San Agustín, sueña con la Virgen María, la que la consuela por su dolor ante su hijo alejado de Cristo en su práctica y como signo de ese consuelo esperanzador de la futura conversión de Agustín, le muestra su correa. De esa manera encontramos en la Virgen de la Consolación, o de la Correa, la imagen de una Madre que estando en el cielo es la sublimación de las virtudes de todas las madres de la tierra.



Su fiesta se celebra el 4 de septiembre.

Durante mi estadía en Roma no dejé de frecuentar la Basílica de San Agustín.
Allí, además de tener la dicha de participar de algunas celebraciones con los agustinos me gustaba recorrer los altares laterales para venerar a los santos que me son más queridos. Dicha Basílica tiene en custodia un tesoro muy particular: las reliquias de Santa Mónica. En la capilla a ella dedicada, sobre su sepulcro, se encuentra un cuadro de la Virgen María bajo la advocación: "Ntra. Sra. de la Consolación y Correa".

En la pintura se puede apreciar a Jesús y a María que con las manos extendidas entregan la correa a San Agustín y a Santa Mónica.

La correa agustiniana es para los agustinos lo que el escapulario es para los carmelitas. Además de ser parte del hábito religioso es signo de la protección de la Santísima Virgen y por privilegio papal cuenta con indulgencias.



Se ha dicho que Don Pedro de Aragón le había pedido indulgencias al Papa Clemente X y éste le respondió: "Tomad la correa de San Agustín y en ella las tenéis todas".



Inspirado en el cuadro que describo anteriormente en el año 2003 pinté una imagen de Ntra. Sra. de la Consolación y Correa, poco usual, y que ahora paso a describir y explicar algunos detalles:








  • La túnica de María es de color púrpura porque ella es verdaderamente la Madre del Rey.




  • El color azul, de suyo, se identifica con la divinidad y en este caso hace alusión a María como Madre de Dios.




  • Las tres estrellas que se pueden ver en la frente y en ambos hombros de María indican la virginidad. Virgen antes del parto, en el parto y después del parto.




  • En el cuadro se puede apreciar que el Niño no es abrazado por la Virgen, sino, que el mismo es quien abraza a su Madre.






  • María nos mira.. De esta manera se quiere expresar que María tiene para con nosotros una mirada de consuelo y se convierte en consoladora porque ella primero se dejó consolar por el mismo Dios que la abraza con amor.




  • De la mano derecha del niño pende la correa agustiniana cargada de indulgencias. Porque es Jesús quien nos perdona y nos ofrece su misericordia.